Más de 105 Sugerencias para Que Los Maestros – en Español

Written by Susan Karyn Lasky, MA, SCAC with Harold Robert Meyer, MBA, SCAC

MÁS DE 100 SUGERENCIAS PARA QUE LOS MAESTROS

TENGAN ÉXITO DE LOS NIÑOS CON EL

TRASTORNO POR DÉFICIT DE LA ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD *

Existen muchas razones por las que un niño se comporta en forma disruptiva o no presta atención en el aula. No obstante, muchos niños que presentan este tipo de conducta tienen un Trastorno por Déficit de la Atención, con o sin Hiperactividad (TDA/TDAH). Con frecuencia tendrán otras discapacidades del aprendizaje y si no se les diagnostica hasta que tengan más edad, es mayor la probabilidad de que presenten trastornos más graves de la conducta y dependencia de los estupefacientes (intentos por automedicarse).

El TDA/TDAH es difícil de diagnosticar en forma definitiva. Se trata de un problema neurológico caracterizado por trastornos de la conducta. Es necesaria una combinación de pruebas neurológicas, psicológicas, y educativas, junto con una historia familiar detallada, para poder detectar que el problema es debido al TDAH. Las pruebas o exámenes debieran eliminar la posibilidad de otros problemas médicos, de la audición, o de la visión, ansiedad, depresión, maltrato, o negligencia.

El TDAH se caracteriza por cualquiera de los siguientes tres componentes principales: mala capacidad para mantener la atención, control débil de los impulsos, y/o hiperactividad. Es probable un diagnóstico positivo si aparecen por lo menos ocho de las siguientes características, por un período mínimo de seis meses, antes de que el niño llegue a los siete años de edad:

  1. Dificultad para mantener la atención.

 

  1. Se distrae fácilmente.

 

  1. Juega con objetos que estén a su alcance, se contorsiona, parece inquieto, tiene dificultad para permanecer sentado.

 

  1. Suelta las respuestas en forma abrupta, es muy impulsivo.

 

  1. Tiene dificultad para esperar su turno.

 

  1. Tiene dificultad para la organización, pierde cosas con frecuencia.

 

  1. Tiene dificultad para seguir las instrucciones y para respectar las reglas.

 

  1. Salta de una tarea a otra sin concluirlas.

 

  1. Tiene dificultad para jugar en silencio y tranquilo.

 

  1. Habla en exceso.

 

  1. Interrumpe a otras personas o se inmiscuye en asuntos ajenos, carece con frecuencia de destrezas sociales.

 

  1. Parece no escuchar ni concentrarse (a menudo, los niños que sufren del TDA sin hiperactividad parecen “estar en babia” o “estar pensando en las musarañas”.

 

  1. Emprende actos peligrosos.

 

  1. Con frecuencia es brillante, pero su rendimiento/desempeño está por debajo del promedio.

El tratamiento para un niño que tenga un TDAH es muy eficaz, en especial cuando el diagnóstico se hace a una edad temprana. (El tratamiento implica una combinación de terapia individual y familiar, modificación de la conducta, y medicamentos.) De modo que si usted tiene niños en sus clases que presenten conductas que puedan indicar la presencia de un TDAH, pero no se les ha diagnosticado un trastorno de déficit de la atención, por favor aliente a que se le hagan las pruebas/exámenes pertinentes (tanto en la escuela como en el hogar).

Por lo general, los niños que tienen un TDAH son brillantes, aun cuando puedan no demostrarlo. Ellos se sienten frustrados por su conducta y si bien los niños de más edad han aprendido a encubrir esto, con frecuencia lo manifiestan a través de actitudes y conductas negativas (“si no puedo evitarlo, me uniré a ello”). No obstante, éstos no son muchachos “malos” y tienen un gran deseo de gustarle a los demás y de ser apreciados. Una vez que se establece el diagnóstico, muchos de los niños de más edad se sienten emocionados al descubrir que existe una razón que explica su carencia de control y su incapacidad de concentrarse; que las cosas que ellos mismos consideraban que no estaban bien, tienen una causa. El motivar a estos niños da resultados. Cuando se motiva, se desafía, y se logra captar el interés de un niño con un TDAH, se produce realmente un cambio en los procesos químicos del cerebro (hablaremos de esto más adelante).

Por lo general, los progenitores de niños con un TDAH se sienten muy frustrados. Existe una actitud muy difundida de que visto que los niños se comportan mal, los progenitores están dándoles una crianza muy mala. Se critica a los progenitores por no imponer una disciplina suficiente. Dentro del propio núcleo familiar puede haber parientes, incluidos los cónyuges, que los critiquen por ser demasiado estrictos. Con frecuencia hay choques y diferencias entre los cónyuges sobre cómo manejar al niño. Además, existe a menudo un sentimiento (en especial por parte de los padres) de que lo que el niño necesita simplemente es madurar. Lo que con frecuencia se pasa por alto, tanto en el hogar como en la escuela, es que el niño NO PUEDE “simplemente” madurar. Estos niños tienen un verdadero problema neurológico y necesitan ayuda para alcanzar el éxito.

Visto que las técnicas para ayudar a un niño con un TDAH son similares a las utilizadas para ayudar a cualquier niño con problemas de la conducta, a continuación presentamos algunas sugerencias para un manejo eficaz en el aula:

MÁS DE 100 SUGERENCIAS PARA QUE LOS MAESTROS

TENGAN ÉXITO CON ESTOS NIÑOS:

  1. Cree un grupo de apoyo informal en el que usted pueda apoyarse. El tener niños con un TDAH en el aula puede ser agotador. Solicite ayuda de los especialistas (del aprendizaje, psicólogos, médicos). Haga que los padres participen (¿cómo manejan ellos ciertas situaciones en el hogar?; ¿qué pueden hacer ellos en el hogar para facilitar el trabajo de usted como maestro?). Haga que otros maestros participen en la búsqueda de soluciones a problemas específicos: el buscar ayuda no es un signo de debilidad.

 

  1. Sepa cuáles son sus propios límites, y acéptelos. Será más fácil para usted mantener su cordura general si acepta que no hay nada de malo en sentirse airado, cansado, frustrado, o hasta un poco enloquecido, que si usted piensa que tiene que ser perfecto.

 

  1. Evite las expectativas injustas. La mayoría de los niños con un TDAH son listos, y debido a que su conducta, desempeño y rendimiento son incongruentes/inconstantes, con frecuencia los maestros creen que los problemas del niño son debidos al no cumplimiento o a la haraganería, expresando esta idea con la siguiente frase estándar: “Sabíamos que si hacías un mayor esfuerzo podías lograrlo”. Pero esto no siempre es así. A veces el niño que saca 98 puntos en un día dado no puede, en otro día, pasar de 65 puntos. No puede”, NO ES QUE “no quiera. El mismo niño que responde a preguntas difíciles puede trabarse con las preguntas fáciles. ¡Y ellos se sienten tan frustrados como usted!

 

  1. Asegúrese de captar la atención del niño. El niño no podrá aprender a menos de que preste atención. De modo que, antes de comenzar una lección o una tarea, establezca contacto visual con el niño para que así pueda usted tener la seguridad de que esté concentrado. Con frecuencia, los niños con un TDAH tienen dificultad en diferenciar el elemento fundamental (el maestro) del fondo (los otros niños que estén en el aula, ruidos en los pasillos). Utilice con frecuencia el contacto visual y toque ocasionalmente al niño en el hombro para mantener o reorientar su atención.

 

  1. Siente al niño cerca de su escritorio y alejado de las puertas, ventanas, calefacción, y aire acondicionado.

 

  1. Mantenga cerrada la puerta del aula, en especial durante las pruebas/exámenes.

 

  1. Minimice las distracciones en el aula misma.

 

  1. Siente al niño cerca de otro niño que constituya un buen ejemplo a seguir, tanto por lo que se refiere a las destrezas relativas a la conducta como a las relativas a la organización.

 

  1. Ayude al niño a mantener su pupitre despejado. Asegúrese de que tenga disponibles todos los artículos necesarios (lápices con buena punta, papel, etc.). Si la lección comienza y el niño sigue buscando su libro, no podrá nunca ponerse a la par del resto de la clase.

 

  1. Prepare al niño para que alcance el éxito y no el fracaso. Subdivida las instrucciones en pasos pequeños y asígnele una tarea por vez. Escoja una meta por vez.

 

  1. Explique todo en forma directa y en detalle, sea preciso en sus instrucciones. No diga: “Prepárense”, sino subdivida esa instrucción en diferentes pasos, tales como: “Ahora, siéntense en el pupitre con los pies en el suelo; miren hacia el frente de la clase; tengan listos sobre su pupitre el libro de ejercicios y el bolígrafo”. Haga una pausa entre cada instrucción para darle tiempo al niño a seguir el paso indicado.

 

  1. Repita las instrucciones. Escríbalas. Dígalas en voz alta. Repítalas. Entonces, haga que el niño le repita a usted las instrucciones, manteniendo en todo momento el contacto visual.

 

  1. Mantenga al niño concentrado en la tarea y reoriente su atención cada vez que sea necesario, lo cual implica supervisar al niño con una frecuencia superior a la normal.

 

  1. LOS NIÑOS CON UNA CONDUCTA DISRUPTIVA Y QUE NO PRESTEN ATENCIÓN NECESITAN DE ESTRUCTURACIÓN. Estos niños necesitan que el entorno donde se encuentran estructure para ellos externamente lo que ellos no puedan estructurar a nivel interno. Los niños con un TDAH funcionan mejor en un aula muy estructurada, con reglas y patrones establecidos con toda claridad.

 

  1. Haga listas con las reglas a seguir y colóquelas donde sean visibles. El niño debe entender con toda claridad qué es lo que se espera. Al establecer y definir los rituales que se deban seguir en el aula, los muchachos se sienten entonces más cómodos y dispuestos a correr riesgos a partir de una base segura.

 

  1. Tenga un horario que sea lo más predecible posible. Colóquelo en un sitio visible y refiérase al mismo con frecuencia. Si usted va a variar el horario, como lo hacen la mayoría de los maestros que despiertan el interés de los alumnos, haga muchas advertencias al respecto. Las transiciones y cambios no anunciados son difíciles para este tipo de niños.

 

  1. Haga que los niños elaboren sus propios horarios para después de la escuela, tanto para ayudarles a aprender el concepto de manejo del tiempo, como para evitar una de las principales características del TDAH: el posponerlo todo.

 

  1. Establezca límites y restricciones. Tiene que haber un sistema definido de las conductas aceptables e inaceptables, junto con las recompensas y las consecuencias (incentivos, refuerzos). Esto debe ser un elemento para contener y calmar, NO DEBE SER PUNITIVO. Sea congruente y predecible. (Más adelante se analizan en detalle los sistemas de recompensas.)

 

  1. Asuma el mando. Aplique las consecuencias (positivas o negativas) en forma inmediata. Evite los sermones tipo abogado sobre lo que es justo o no. Los muchachos con un TDAH son notorios por su capacidad para negociar.

 

  1. Su meta es ayudar a MOLDEAR la conducta. Usted no puede ser responsable de cambiar la conducta. El niño que golpea no dejará simplemente de golpear, ya que ése es un acto de reacción e impulsivo. Trate de alcanzar efectos graduales.

 

  1. Disciplinar significa enseñar, NO castigar. Los niños con un TDAH son impulsivos, por lo que con frecuencia hacen cosas que los meten en problemas aun cuando estén tratando de comportarse bien. Ellos necesitan de su apoyo.

 

  1. ¡NUNCA CULPE AL NIÑO: CRITIQUE LA CONDUCTA! A pesar de que por lo general, no lo expresan ni demuestran, los niños con un TDAH ya se sienten suficientemente mal con su conducta y su carencia de control. A menudo hacen cosas, debido a su impulsividad, que no tenían pensado o no deseaban hacer. Ellos saben que algo anda mal y tratan de encubrir esto con falsos alardes. Desde muy temprana edad ellos comienzan a pensar que no valen nada. Para cuando llegan a la secundaria, con frecuencia “han crecido y se han adaptado” al papel que se les asignó como creadores de problemas. Ellos necesitan de su apoyo.

 

  1. En la medida de lo posible, regañe al niño en privado.

 

  1. Déle al niño la posibilidad de escoger entre comportarse en la forma correcta o, de continuar comportándose en forma indebida, enfrentar las consecuencias preestablecidas: no un castigo, sino consecuencias que se relacionen en forma lógica con la conducta y que se le hayan explicado con claridad al niño por adelantado. Ejemplos: si el niño inclina la silla continuamente, se le quitará la silla (“Eres tú quien decide si prefieres estar de pie durante toda la lección”). Si maltrata un juguete favorito, se le quitará el mismo al niño de inmediato (colocándolo en el estante): “Obviamente, tú has decidido no jugar hoy con este juguete, de lo contrario, no lo habrías maltratado, por lo que eres tú quien decide guardarlo”.

 

  1. Cuando tenga a un niño que sea testarudo o que tenga dificultades en decidirse, déle dos opciones que sean ambas aceptables para usted. “¿Prefieres guardar primero los bloques de madera o los rompecabezas?”. El niño llega a sentirse orgulloso de ser él quien tome la decisión, en vez de que se le diga qué hacer, pero al mismo tiempo, usted ha dejado claramente sentado qué es lo que tiene que hacerse.

 

  1. Explique la consecuencia de una opción dada, para que así la conducta final sea una decisión del niño: “Tus empujones nos están molestando tanto a mí como a los demás niños. Puedes o bien jugar con delicadeza o sino salirte del juego. ERES TÚ QUIEN DEBE DECIDIR”. Esto evita que el maestro sea siempre quien determine las tareas a realizar y quien imponga la disciplina, colocando la responsabilidad de una conducta aceptable en las manos del niño.

 

  1. Presente las alternativas en una forma positiva. En vez de decir: “Si no te tranquilizas tendrás que ir a la oficina del director”, intente lo siguiente: “Si te tranquilizas tendremos tiempo para …”.

 

  1. Actúe con rapidez al aplicar una consecuencia, en especial con los niños de menor edad, para que así el castigo quede vinculado con una actividad específica.

 

  1. Trate de ser específico al definir la conducta. NO DIGA: “Pórtate bien”, sino diga: “No empujes”; “Deja de dar golpes con el libro”; etc.

 

  1. Relacione la crítica con la acción, NO CON EL NIÑO. En vez de decir: “Tú estás creando verdaderos problemas en la clase”, diga más bien: “Tu conducta (siendo específico de ser posible) está molestando a los otros niños y hace difícil que yo pueda dictar las clases”. Se trata de una diferencia sutil, pero en el primer caso, usted está condenando al niño; en el segundo caso, está condenando a la actividad. Esto deja al niño en libertad de mejorar, mientras que en la otra forma, se le hace sentir que no vale nada.

 

  1. Nunca le diga al niño que es bueno o malo, sino refiérase a la conducta (no aceptable). Evite las acusaciones que hagan que el niño sienta que no es bueno, que no vale nada como persona, y que hagan que levante sus defensas: “Yo me siento mal cuando tú no comienzas a trabajar para responder las preguntas”, en vez de “Tú no estás haciendo un esfuerzo”.

 

  1. Concéntrese en las acciones y no en las motivaciones. Diga: “Es hora de empezar tu trabajo”. NO: “Deja de ser tan perezoso”.

 

  1. No alabe con una mano y critique con la otra. Aun cuando su intención sea buena, no es positivo decirle al niño: “Hoy no has hecho nada malo”. Diga más bien: “Me sentí muy contento por la forma en la que levantaste la mano en vez de interrumpir la clase”.

 

  1. Aproveche un período de enfriamiento. Cuando usted vea que el niño ha perdido el control, no confronte el problema, sino acérquese a él en forma calmada y dígale que se tome un tiempo para tranquilizarse y que cuando esté listo, se vuelva a unir al grupo. Usted tiene que vigilar al niño con el fin de ayudar a evitar las conductas negativas por medio de una intervención temprana, para aclarar las reglas, y para asegurarse que el niño experimente consecuencias predeterminadas y claramente definidas.

 

  1. Seleccione los problemas. Evite una confrontación ante todos y cada uno de los errores. Haga caso omiso de las conductas disruptivas de menor importancia y refuerce los esfuerzos que hagan los otros niños por no prestarle atención a la mala conducta del niño con un TDAH (lo cual es un refuerzo, aún cuando negativo, para el niño en cuestión).

 

  1. Nunca se enfrente al niño ni exija una respuesta cuando él está fuera de control o su lenguaje corporal está diciendo “NO”. Déle 10 minutos de tiempo para tranquilizarse y verá que se producirán CAMBIOS FÍSICOS. Entonces, usted podrá conversar sobre lo sucedido desde la perspectiva de sentirse preocupado y de desear trabajar con el niño para evitar que se repita la conducta en cuestión. Haga que el niño se sienta bien respecto a sí mismo; hágale saber que usted está seguro que él lo puede lograr, pero que además usted comprende que para él es sumamente difícil y que por lo tanto, será un logro muy importante.

 

  1. Cuando la conducta del niño sea realmente disruptiva, la pausa para tranquilizarse no funcione, y la conducta del niño esté afectando a toda la clase, podría ser aconsejable llamar a una figura de autoridad. NUNCA deje al niño solo, pero a veces puede ser necesario sacarlo de la clase. En vez de hacer que el niño se siente sin hacer nada, usted o un administrador pueden ofrecerle papel y lápiz, y darle una oportunidad para que resuelva y dilucide sus sentimientos. (De esta forma, no está simplemente sentado y aburrido, pero al mismo tiempo, no se le está dando una recompensa.) En el caso de niños de menor edad, si el administrador escribe el nombre del niño en un libro que tenga apariencia de ser algo “oficial”, el niño se preocupará lo suficiente como para poner fin a la conducta problemática.

 

  1. Cada persona tiene un estilo diferente, pero cuando el niño esté excitado o angustiado, es necesaria la calma y la predictibilidad por parte del maestro: una estructura de la que el niño pueda depender cuando pierda el control, un ejemplo o modelo que pueda tratar de imitar.

 

  1. Los niños tratarán de someter a prueba los límites del maestro. Trate de ser congruente, evite la ira o el rechazo (la ira puede ser vista como un refuerzo negativo para una conducta inaceptable).

 

  1. Reconozca y aprecie las luchas por las que tenga que pasar el niño. Todo es el doble de difícil para un niño con un TDAH. Demuéstrele respeto y aprecio por sus esfuerzos. NUNCA lo ridiculice.

 

  1. Trate a los niños como individuos, no como un típico “esto” o “lo otro”. Conviértase en un detective. Descubra cuáles son las cosas que funcionan para el niño y ante las cuales responde, a diferencia de aquéllas que lo alteran.

 

  1. Tenga expectativas altas, pero expréselas en una forma delicada, para que así el niño se sienta elevado y no empujado.

 

  1. Asegúrese que el niño comprenda sus expectativas. NO DÉ NADA POR SENTADO. Pídale al niño que le repita lo que usted le haya dicho. Vuélvaselo a preguntar al día siguiente y a la semana.

 

  1. Asegúrese de que el niño sepa cómo cumplir con las expectativas que usted tenga. NO DÉ POR SENTADO que un estudiante que haga ruido continuamente cuando se para, lo hace para molestarle a usted o para llamar la atención. Es posible que simplemente no sepa cómo ponerse de pie sin arrastrar la silla sobre el suelo. Haga una demostración práctica de cómo hacerlo correctamente, haga que el niño practique la acción, y después, alábelo.

 

  1. Ayude al niño a comenzar una tarea. Es posible que el niño lo esté intentando, pero no sepa cómo comenzar. No se trata de que el niño no cumpla. En vez de criticarlo por quedarse rezagado, trate de establecer el apoyo y la participación: “¿Qué podemos hacer para que te sea más fácil comenzar? ¿Quieres que repase la tarea?”.

 

  1. Concéntrese en el aprendizaje, no en las reglas. Déle un tiempo mayor a estos niños para que concluyan los proyectos. Permita que utilicen ayudas, de ser necesarias, tales como grabadores o computadoras portátiles.

 

  1. Aproveche los puntos fuertes, en vez de contribuir a incrementar las frustraciones del niño al concentrarse en sus puntos débiles. Ejemplo: si un niño tiene dificultad para escribir, usted podría pedirle que responda a una pregunta en forma verbal, sin que tenga que escribir la respuesta en el pizarrón.

 

  1. Refuerce el hecho de que el niño sólo está compitiendo contra sí mismo, NO contra otros.

 

  1. Elimine o reduzca la frecuencia de las pruebas/exámenes con límite de tiempo. Enseñe destrezas para tomar exámenes/pruebas.

 

  1. Déle más importancia a la calidad que a la cantidad de las tareas o deberes escolares.

 

  1. Separe la creatividad y la limpieza/orden en actividades diferentes. Haga que el estudiante escriba un cuento para el desarrollo creativo; después, haga que vuelva a escribirlo en forma limpia y ordenada. Permita que el niño dicte un ensayo en un grabador de casete, y que después lo escriba/mecanografíe.

 

  1. Utilice programas de computadoras para ayudar al niño con la organización, el bosquejo, y la visualización de los proyectos por escrito.

 

  1. Subdivida las tareas grandes en tareas pequeñas. Esto ayuda a evitar las rabietas debidas a la frustración, real o prevista. Además, esto ayuda al niño a absorber lo que usted esté tratando de enseñarle. Un ejemplo de esto consiste en establecer varios tiempos límites (cada 3 a 15 minutos) dentro de una tarea dada (por ejemplo, resolver dos problemas de matemáticas, pausa/descanso, cuatro problemas más, pausa/descanso, o escribir una composición, pausa/descanso, y después otra). Esto ayuda a aquéllos que tengan dificultad para comenzar y a aquéllos que tiendan a distraerse o desinteresarse cuando van por la mitad y que tengan dificultad para concluir lo iniciado.

 

  1. Establezca metas realistas para la conclusión del trabajo. Esto se hace aplicando las consecuencias, dando indicaciones específicas respecto a cuándo debe concluirse el trabajo, de no hacerse durante la clase (recreo, después de la escuela). Fije metas apropiadas que el niño pueda cumplir (no aquéllas que “debiera” cumplir). Comience con metas fáciles. El éxito es el mejor elemento para la motivación, tanto para usted como para el niño. Reconozca cada éxito. Aliente al niño.

 

  1. Establezca límites de tiempo. Esto es de ayuda para los que se distraen y alejan del objetivo, pero también para los estudiantes impulsivos, quienes tienen entonces que tomar el tiempo adicional necesario para repasar su trabajo inicial que pueda haber sido hecho en forma descuidada, en vez de simplemente apurarse para salir del paso. Si un niño con un TDAH es el primero en entregar un examen/prueba (cosa que sucede con frecuencia), devuélvaselo y pídale que revise sus respuestas.

 

  1. Trate de asignar proyectos apropiados según la hora del día. Una hora buena para los proyectos que requieran de concentración es en la mañana cuando los niños están frescos (y para aquellos niños que estén recibiendo medicamentos, ésta es la hora en que los fármacos están actuando). Alrededor de la hora del almuerzo, las actividades de juego o las tranquilizantes y de baja intensidad son las más adecuadas. Tome conciencia de que, dependiendo del tipo de medicamento y de la dosis, el medicamento va “desgastándose”, siendo posible que durante este período del día, el niño experimente las mayores dificultades. No haga exigencias cuando los niños estén más débiles. Trabaje a partir de los puntos fuertes.

 

  1. Permita que el niño disponga de tiempo para estar solo o alejado de las actividades en el aula. A veces, cuando las distracciones se hacen excesivas, un niño con un TDAH necesita un espacio tranquilo y callado para reunir de nuevo sus recursos internos y reorganizarse. Si otros muchachos preguntan por qué ese niño puede hacer cosas que a ellos no les estén permitidas, explíqueles que “todos los que están en esta aula son especiales, y eso es algo que ese niño necesita, aún cuando sea diferente de lo que ustedes puedan necesitar”.

 

  1. Permita que el niño se mueva. Permítale que deje el aula por unos cinco minutos, o que camine alrededor del aula entre tareas o entre las diferentes partes de un proyecto.

 

  1. Los niños aprenden mejor cuando pueden tocar, además de ver o escuchar. Trate de darle al niño oportunidades para el aprendizaje táctil. Permítale que tenga en sus manos un objeto pequeño mientras esté tratando de concentrarse. Con frecuencia, estos niños logran concentrarse mejor al hacer que sus cuerpos participen.

 

  1. Permítale que tenga tiempo para hacer ejercicios. (Todos los niños, y no sólo los que sufran de un TDAH, pueden beneficiarse con algunos ejercicios, como rotar el cuello o los hombros.)

 

  1. Esté alerta para detectar la fatiga. Con frecuencia, los niños con un TDAH se cansan en el aula. Esto no es debido a carencia de sueño sino al esfuerzo que les requiere enfocar la atención y concentrarse. A menudo se necesita de una actividad física para que el niño se mantenga mentalmente alerta. De lo contrario, mientras más largo sea el período de tiempo, mayor será la ineficiencia y la desorganización. Usted verá que el niño comenzará a bostezar y a estirarse. No es hora para descansar. ¡Es hora para moverse!

 

  1. Con frecuencia la memoria es un problema en estos niños. Enséñeles pequeños trucos, como las reglas nemotécnicas.

 

  1. Utilice esbozos. Enséñele cómo hacer los esbozos. Enséñele a subrayar.

 

  1. Busque pequeñas estrategias que ayuden al niño a sentirse exitoso.

 

  1. Aliéntelo a que lea en voz alta en su hogar. Haga que el niño lea en voz alta en el aula tanto cuanto sea posible. Utilice el contar cuentos. Ayude al niño a adquirir y ampliar su destreza de mantenerse en un mismo tema.

 

  1. Repita, repita, repita.

 

  1. Enseñe, no sermonee.

 

  1. Utilice la comunicación no verbal. A veces es necesario demostrarle físicamente al niño lo que usted desee, ya que las ordenes verbales, y muy especialmente los regaños verbales, son a menudo ineficaces.

 

  1. Ayude al niño a que escuche mejor. Aliéntelo a que escriba notas para sí mismo cuando tenga preguntas, para que así pueda escuchar sin la distracción de tener una pregunta por hacer ocupando su mente.

 

  1. Halague con frecuencia al estudiante por mantener conductas apropiadas mientras se realiza una tarea (y recuerde llamar a los progenitores para contarles también las cosas buenas). El refuerzo positivo es esencial para ayudar a desarrollar la autoestimación en el niño. Estos niños viven con tanto fracaso, que necesitan todo el manejo positivo que se les pueda dar.

 

  1. Déle retroalimentación frecuente al niño sobre su trabajo. Sea honesto pero positivo en su enfoque: “Hiciste un excelente trabajo al escribir en forma muy clara. La próxima vez, vamos a hacer un esfuerzo especial por mantenernos dentro de los márgenes”. Vigile y verifique con frecuencia el progreso; resalte toda mejora, aun la más pequeña, como por ejemplo en la frecuencia y duración del contacto visual. Estos niños quieren hacer las cosas bien, pero no creen que puedan hacerlo. La retroalimentación debiera ayudar al niño a desarrollar una conducta de autoobservación y ayudarlo a estar en capacidad de criticar su propia conducta.

 

  1. Considere la posibilidad de un informe diario sobre el progreso. Tenga un breve intercambio, en privado, al final de la clase.

 

  1. Asígnele de nuevo responsabilidades al niño, siempre que sea posible (por ejemplo: regar las plantas que haya en el aula, cambiarse de ropa a tiempo en el gimnasio).

 

  1. Haga que el niño participe. El niño necesita sentirse conectado con usted, con su trabajo, y con sus compañeros. Con frecuencia, los niños son muy intuitivos y pueden indicarle a usted cuál es la mejor forma para ellos aprender, si usted se los pregunta. Además, a menudo se sienten muy avergonzados como para ofrecer esa información de manera voluntaria. Y lo que si es seguro, es que ellos nunca darán esa información voluntariamente cuando hayan otros niños alrededor.

 

  1. Haga que el niño participe en una conducta de automotivación. Considere la posibilidad de usar un sistema de puntuación, con recompensas (predeterminadas) para las conductas deseables. Los programas para la motivación, utilizando materiales que sean de gran interés para el niño, son muy exitosos. Estos ayudan al niño a mantener la atención centrada en una meta, a filtrar esa meta (conducta aceptable), y separarla de otras. Los niños de menor edad podrían beneficiarse con el uso de premios que se coloquen en sitios visibles, como por ejemplo estrellas o puntos de verificación en una esquina del pizarrón para premiar la buena conducta, el comportarse como un buen amigo.

 

  1. Aliente y recompense la conducta responsable con cosas sencillas, como permitir que el niño sea el primero en la fila, enviando a su casa un Certificado de Conducta Responsable (o quizás una calificación de BUEN TRABAJO con exclamaciones positivas como INCREÍBLE, FABULOSO), asignándole al niño una responsabilidad como el distribuir papeles o limpiar el pizarrón. Nota: quizás sea oportuno que usted incluya a todos los niños en este proceso, dándole por ejemplo una papeleta con un número a cualquier niño cuya conducta o trabajo lo merezca (con el fin de evitar dejar de lado o ignorar al niño que, por lo general, se comporta bien), y celebrando una rifa con un “premio”, al final de la semana, entre todos los que hayan ganado una papeleta.

 

  1. Cuando ofrezca una recompensa por cierta conducta, establezca la recompensa por adelantado, para que así el niño luche por alcanzarla. Haga que la recompensa sea deseable y apropiada para la edad del niño. Puede tratarse de un objeto (un bolígrafo o pluma de fieltro de colores para los niños de menor edad, un libro o un disco compacto de bajo costo para los niños de más edad). Si se trata de un objeto, quizás sea oportuno que usted lo tenga como en exhibición. Es posible que las recompensas pequeñas a lo largo del camino sean más exitosas para motivar a un estudiante que la promesa de una recompensa muy grande por concluir un trabajo muy largo. (Una meta por vez…)

 

  1. Tenga cuidado al determinar las penalizaciones o sanciones por mala conducta. Conocemos una escuela que como castigo enviaba al niño a su casa. Había un muchacho al que le encantaba esto y por lo tanto, ¡el castigo era un refuerzo positivo para la mala conducta!

 

  1. Las alternativas mejores son: quitarle tiempo de recreo, el aislamiento temporal de las actividades de grupo (no necesariamente del grupo en sí), o hacer que el niño llame o le escriba a sus progenitores explicándoles él mismo los detalles.

 

  1. Evite dar recompensas exclusivamente por el desempeño académico. Mantenga esto como algo no competitivo, ya que de lo contrario, el niño con un TDAH se dará por vencido con gran frustración. Muchos niños con un TDAH son perfeccionistas, y sabiendo que no pueden ser los mejores, prefieren ni siquiera intentarlo. Usted puede recompensarlo por hacer las tareas o deberes escolares a tiempo, por leer el libro, etc., siempre que lo que se esté recompensando sea el esfuerzo, y no el conocimiento ni la pericia.

 

  1. Considere en ciertos casos la posibilidad de utilizar cuadros que se envíen de la escuela al hogar, incluso combinando en un mismo cuaderno dichos cuadros y la asignación de las tareas o deberes escolares (los niños con un TDAH son famosos por perder cosas, incluidas las tareas o deberes escolares). Los cuadros a los que nos referimos aquí deben indicar la conducta y el desempeño escolar, y estar vinculados con conductas y consecuencias, predeterminadas y acordadas mutuamente (por el estudiante, el maestro, y el progenitor). La consecuencia, buena o mala, deberá aplicarse en la escuela, ya que así será inmediata y relacionada con la conducta. Algunos ejemplos son: la oportunidad de ser el líder o el dirigente de la clase, el mensajero, o cualquier otra función que le dé al niño un sentimiento de logro y de orgullo (motivación). Si el niño no se comporta muy bien, las consecuencias podrían ser quedarse sin recreo, no poder utilizar un artículo específico para jugar (esto para niños de menor edad), etc. Nota: Es posible que un niño de mayor edad se sienta avergonzado al demostrar orgullo por un logro o una recompensa. ¡No permita que esto lo frene a usted!

 

  1. Mantenga al niño estimulado utilizando materiales para el aprendizaje que sean desafiantes e interesantes, y que estén al mismo nivel de la capacidad de aprendizaje del niño, cambiando de enfoque apenas el niño comience a perder interés.

 

  1. Module su voz. Cambie el tono, la velocidad, incluso utilice el susurro. Esto capta la atención del niño, evitando que su voz se convierta en un simple ruido más de fondo.

 

  1. Convierta las cosas en juegos. La motivación mejora el TDAH. La emoción respecto a un tema dado cambia los procesos químicos del cerebro. Esa es una de las razones por las que un niño que parezca no poder concentrarse en clase por más de cinco minutos, puede pasar una hora construyendo cosas con un LEGO® o construyendo un modelo de aeronave.

 

  1. ¡Sea juguetón y diviértase! A los niños no les gusta sentirse aburridos. En especial cuando gran parte de su “tratamiento” tiene que ver con estructura, horarios, y predictibilidad. Ellos realmente disfrutan cuando hay un poco de “tonterías” en el ambiente.

 

  1. Hay signos de advertencia tempranos que aparecen antes de que se produzca la conducta. Un niño que esté a punto de perder el control le dará a usted indicaciones de ello si usted es un observador cuidadoso. Es mucho más fácil detener una conducta indeseable antes de que desarrolle por completo. Haga que el niño tome un receso para que se recargue. Sepárelo de los otros niños por un tiempo corto, asignándole una tarea especial. Vuélvalo a traer a la dinámica de grupo captando su atención. Establezca una señal privada entre usted (el maestro) y el niño, a utilizarse cuando el niño esté “desintonizándose” o actuando en forma impulsiva. Podría ser una señal con la mano o ponerle una mano sobre el hombro (a veces el contacto físico aceptable calma al niño, en especial a los niños de menor edad).

 

  1. Anuncie lo que usted esté a punto de decir antes de decirlo. Dígalo. Entonces repita lo dicho. Después, haga que el niño le repita lo que usted acabe de decir.

 

  1. ¡Simplifique todas las cosas!

 

  1. No le dé demasiadas opciones al niño. Usted es la autoridad.

 

  1. Planifique con anticipación. Prevea los problemas (momentos cuando ya el efecto del medicamento haya desaparecido, momentos de actividades no estructuradas, momentos en que a usted se le acabe la paciencia, etc.). Tenga a disposición recursos especiales para ayudarle a superar estas situaciones.

 

  1. Haga que los períodos de transición, sin un enfoque específico de la atención, sean cortos, y mantenga bajo vigilancia al niño con un TDAH. Siempre explique por adelantado la próxima actividad.

 

  1. Prepare al niño para los tiempos no estructurados. Adviértaselo, ayúdele a pensar qué hacer con el tiempo, y a que planifiquen por anticipado.

 

  1. Aliente la participación de grupo. Si se establece un subgrupo de niños que incurren o caen en conductas negativas, separe a esos niños para evitar que se alimenten de los aspectos negativos (por ejemplo, la impulsividad).

 

  1. Trabaje con el niño para transformar una actitud mandona en liderazgo.

 

  1. Ayúdelo a comprender los indicios o señales sociales.

 

  1. Aliente al niño a que tenga un “compañero de estudios” (del cual conozca el número telefónico) para cada tema o materia.

 

  1. Reúnase frecuentemente con los progenitores. Evite establecer un patrón de reuniones que sólo giren alrededor de los problemas o crisis. Considere a los progenitores como socios suyos en la educación del niño. Trate de no asustar ni deprimir a los progenitores; ellos han pasado por mucho. Recalque los aspectos positivos y lo que sea posible lograr. No trate de esconder los puntos negativos que deban hacerse del conocimiento de los progenitores.

 

  1. Coopere con los médicos del niño, lo cual es especialmente necesario para determinar la dosificación del medicamento cuando ello constituya un asunto de importancia. No discuta ni hable NUNCA sobre los medicamentos del niño delante de los demás muchachos.

 

  1. Esté atento para captar los momentos de efervescencia. Subraye aquellos momentos en que los talentos y las aptitudes del niño salgan a la superficie. Los mismos son bloqueados con demasiada frecuencia. Estos niños son mucho más dotados y talentosos de lo que a menudo aparentan.

 

  1. MANTENGA UNA ACTITUD POSITIVA. Alabe, apruebe, aliente, dé palmaditas, alimente. Concéntrese en lo que usted quiera que el niño haga, y no simplemente en lo que usted quiera que el niño DEJE DE HACER.

 

  1. Sea honesto. Los niños saben cuándo no somos honestos; haga alabanzas siempre respecto a logros reales (por muy pequeños que puedan ser).

 

  1. No se dé por vencido. Su compromiso servirá de inspiración al niño.

 

  1. Recuerde, los niños son buenos niños. Los niños con un TDAH no desean tener una conducta disruptiva ni ser rechazados por los otros niños. Ellos necesitan gustarle a usted y que usted comprenda que ellos no siempre tienen la intención de comportarse en la forma en que lo hacen. Ayúdelos a que se sientan maravillosos por el hecho de asistir y formar parte del grupo, para que así quieran hacer cada vez más. La motivación y el respeto dan resultados increíbles.

 

Utilice los espacios en blanco que vienen a continuación para que anote sus propias ideas y compártalas con un colega y con nosotros.

 

104.

 

 

 

105.

 

 

Escrito por Harold Meyer y Susan Lasky, con un agradecimiento especial a Edward Hallowell, M.D. y a Lesley Gordon.
Reviso 1992

 

* NOTA DEL TRADUCTOR:

En la traducción al español se utilizó el término “los progenitores” para referirse en forma conjunta al padre y a la madre. No se utilizó el término “los padres” ya que habría podido crear confusión debido a que en algunas ocasiones, el texto se refiere específicamente al padre y/o a la madre.

Debido a que en el español el género masculino incluye a ambos géneros (masculino y femenino), se ha utilizado el masculino para referirse a los médicos, psicólogos, terapeutas, preceptores/tutores, defensores, maestros, etc. Por esa misma razón se ha usado el masculino para referirse al niño (a pesar de que pueda ser una niña) o cuando se menciona algo relativo a uno de los dos progenitores (padre o madre).

En el caso de “la niñera” se ha utilizado el género femenino simplemente porque es más común que sean personas del sexo femenino quienes desempeñen ese tipo de trabajo, pero podría tratarse de alguien del sexo masculino.

 

Al reproducir el material, se debe reconocer:

Harold Meyer y Susan Lasky

https://www.addrc.org y http://chadd.org

CHADD of New York City, P.O. Box 133, New York, N.Y. 10024-0133

sin añadirle ni eliminarle nada al mismo a menos de que obtenga un consentimiento por escrito, y reviso 1992.

 


Harold Meyer and Susan Lasky are both Board Certified and Senior Certified ADHD Coaches.

To contact the authors: haroldmeyer@addrc.org


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