El Trastorno por Déficit de la Atención (TDA/TDAH) y el Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad – en Español/Spanish

Written by Harold Robert Meyer, MBA, BCC, SCAC and Susan Karyn Lasky, M.S., BCC, SCAC

EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE LA ATENCIÓN Y EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE LA ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDA/TDAH)

El Trastorno por Déficit de la Atención (TDA/TDAH) y el Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad (TDAH) son trastornos que afectan a una proporción elevada de individuos en nuestra sociedad. Dichos trastornos son debilitantes, en particular para los niños y sus familias. Desafortunadamente, con frecuencia no se les diagnostica o se les diagnostica más tarde de lo que se debiera. Aun cuando se les diagnostique, el tratamiento y el manejo apropiado de estos problemas son más la excepción que la regla. Los maestros necesitan ayuda para saber cómo manejar en sus aulas a los niños que sufren del TDAH; los progenitores, en especial las madres, necesitan ayuda práctica para aprender cómo lidiar con estos niños difíciles en el hogar, necesitando además apoyo emocional para poder enfrentar una vida familiar con un alto nivel de estrés.

El TDA y el TDAH son trastornos de la infancia muy prevalecientes, que antes se creía desaparecían con la pubertad. Los nuevos estudios han demostrado que los adultos continúan sufriendo dichos trastornos. Desafortunadamente, con frecuencia el TDA/TDAH no es diagnosticado. Sin embargo, sin el tratamiento apropiado, las perspectivas no son en absoluto buenas. Los niños sufren y desarrollan problemas emocionales importantes que no desaparecen; las familias se encuentran convulsionadas, ya que el vivir con estos niños es difícil; y la sociedad sufre, ya que con frecuencia éstos son los muchachos problemas en las escuelas y a menudo, los jóvenes que no son diagnosticados o no son tratados terminan teniendo problemas con los estupefacientes, el alcohol, y las conductas antisociales. Con frecuencia, a los niños que sufren del TDA/TDAH se les coloca la etiqueta de “malos” desde una edad muy temprana, siendo posible que, al crecer bajo esa “etiqueta”, terminen convirtiéndola en realidad.

¿Qué son el TDA y el TDAH? Los trastornos de déficit de la atención con o sin hiperactividad son trastornos neurológicos, los cuales se manifiestan por dificultades en la conducta, encontrándose con frecuencia asociados con otras discapacidades del aprendizaje.

Las características típicas del TDA/TDAH son: falta de atención, distracción, impulsividad (incluido el incurrir en actividades físicas posiblemente peligrosas, dificultad para esperar su turno, dificultad para esperar, etc.), hiperactividad, o una conducta excesivamente intranquila, problemas de la conducta y agresión, mal desempeño académico, déficit en las destrezas sociales, inestabilidad e inmadurez emocional, problemas para llevar las cosas a su conclusión, pérdida de cosas, etc. No todos los niños manifiestan todas estas conductas, pero para diagnosticar el trastorno es necesario que estén presentes, al menos durante seis meses, un mínimo de ocho de las catorce características claves, las cuales tienen que haber aparecido antes de los 7 años de edad.

Es probable que se pueda hacer un diagnóstico positivo y seguro si por lo menos ocho de las siguientes características aparecen antes de los siete años de edad y perduran por lo menos durante seis meses:

  1.  Dificultad para mantener la atención.
  2.  Se distrae fácilmente.
  3.  Juega con objetos que estén a su alcance, se contorsiona, parece inquieto, tiene dificultad para permanecer sentado.
  4.  Suelta las respuestas en forma abrupta, es muy impulsivo.
  5.  Tiene dificultad para esperar su turno.
  6.  Se frustra con facilidad.
  7.  Tiene dificultad para la organización, pierde cosas con frecuencia.
  8.  Tiene dificultad para seguir las instrucciones y para respetar las reglas.
  9. Salta de una tarea a otra sin concluirlas.
  10. Tiene dificultad para jugar en silencio y tranquilo.
  11. Habla en exceso.
  12. Interrumpe a otras personas o se inmiscuye en asuntos ajenos, a menudo carece de destrezas sociales.
  13. Parece no escuchar ni concentrarse (con frecuencia, los niños que sufren del TDA sin hiperactividad parecen “estar en babia” o “estar pensando en las musarañas”).
  14. Emprende actividades peligrosas, actúa antes de pensar.
  15. Con frecuencia es brillante pero su desempeño/rendimiento está por debajo del promedio.

Causas: La investigación ha demostrado alteraciones en la neurofisiología o la neuroquímica del cerebro. Los estudios demuestran que la exposición prenatal al alcohol, a la cocaína, al “crack”, y a los cigarrillos puede incrementar el riesgo, al igual que un parto prolongado y difícil. No obstante, la mayoría de los padres y de sus niños que nacen con el TDA/TDAH no han tenido este tipo de exposición. Con frecuencia el problema es hereditario (si bien por lo general, no fue diagnosticado en los progenitores).

Prevalencia: Las estimaciones más conservadoras sobre los individuos afectados con el TDA/TDAH es del 5% al 9% de la población; los estudios recientes sugieren el 20% de la población en edad escolar. Por supuesto, estos trastornos se presentan en niveles: leve, moderado, y severo. Debido a que los “síntomas” son sobre todo de la conducta (agresividad, falta de atención, impulsividad, etc.) y no hay ninguna “prueba médica” para determinar la presencia del TDA/TDAH, la condición no es fácil de diagnosticar. El trastorno se encuentra con mayor frecuencia en los varones que en las hembras (9:1). No obstante, hay nuevos y significativos trabajos de investigación que están demostrando que esa proporción puede estar más cerca del 2:1; lo que sucede es que la manifestación del trastorno es diferente en los varones y en las hembras. Es mucho mayor el número de hembras que no son diagnosticadas, ya que en ellas es menos frecuente la hiperactividad o las conductas disruptivas. Lo característico en las hembras con el TDA/TDAH (al igual que en algunos de los varones) es la “niña soñadora” o la “niña que está como en babia o pensando en las musarañas”, las cuales le causan pocos problemas a la maestra, por lo que no se les evalúa ni trata. Ésa es también una de las razones por las que la estimación de niños con el TDA/TDAH oscila entre el 5% y el 20%.

Aparición: Por lo general, los síntomas son obvios antes de los 3 años de edad. Desafortunadamente, casi nunca se recurre a un profesional hasta que el niño se encuentra en el primero o segundo grado, si es que se le detecta. Visto que la conducta relacionada con el TDA/TDAH se hace más evidente en situaciones de grupo o cuando se “obliga” al niño a concentrarse en una tarea específica (como sucede en la escuela), con frecuencia es la maestra quien detecta el problema antes que los progenitores. Es posible que los progenitores vean a un niño revoltoso que puede concentrarse durante horas jugando con un LEGO® o con el Nintendo®, mientras que la maestra ve a un estudiante disruptivo que no puede sentarse por un tiempo suficientemente largo para concluir un proyecto sencillo. (La carencia de atención o la carencia de concentración es incongruente e inconstante, dependiendo de la materia, del estilo de enseñanza, del entorno, y del estado anímico.) Incluso los progenitores preocupados no están seguros de si la conducta de su hijo plantea un problema real o si sólo se trata de un niño “lleno de vida”. La decisión en este sentido es particularmente dura para los progenitores primerizos. Con frecuencia el dilema de los progenitores se ve complicado por los profesionales médicos y psicólogos, quienes ven al niño en una situación individual y directa, donde el niño se siente “intimidado”, por lo que no manifiesta la conducta sintomática que es indicativa para todo aquél que esté capacitado en el TDA. Muchos progenitores nos señalan haber buscado ayuda para sus hijos durante años sin haber logrado un diagnóstico correcto.

Diagnóstico: Por lo general, las pruebas a las que se someten a los niños incluyen un examen físico, una evaluación de la nutrición, observaciones directas de la conducta, entrevistas con el maestro y los progenitores (incluida una historia familiar detallada), y evaluaciones psicológicas, educativas, y neurológicas. Los síntomas tienen que haber estado presentes al menos por seis meses, debiéndose eliminar la posibilidad de otros problemas (tales como una enfermedad, ansiedad, o depresión).

Idealmente, el tratamiento para el TDA/TDAH incluye:

Terapia para el niño, especialmente en el caso de niños que ya presenten síntomas de una autoestimación baja y de frustración con depresión, ansiedad, ira excesiva, trastornos de la conducta, uso abusivo de estupefacientes y otras substancias ilícitas, etc.

Terapia familiar para volver a unir a una familia disfuncional y examinar las destrezas para enfrentar y sobrellevar los problemas y robustecer los sentimientos, conjuntamente con la capacitación de los progenitores sobre técnicas exitosas para el manejo del niño en el hogar.

Asistencia correctiva para las destrezas académicas, el habla y el lenguaje, coordinación motora fina, etc.

Técnicas para la modificación de la conducta, tales como el uso de sistemas de puntuación, para alentar la conducta deseable.

Modificación del entorno en el aula y del enfoque respecto a la enseñanza.

Régimen medicamentoso, lo cual es extremadamente eficaz en la mayoría de los casos (del 75% al 80% de los niños con un TDA/TDAH responden en forma favorable a un régimen medicamentoso apropiado). Los medicamentos ayudan al autocontrol y a la concentración del niño, para que así pueda concentrarse mejor en tareas específicas y que piense antes de actuar.

Prognosis: El tratamiento apropiado ayuda al niño a compensar las dificultades resultantes del TDA/TDAH (trastornos que NO PUEDEN “curarse”), para que así pueda tener éxito a nivel social, académico, y profesional.

Los niños que sufren del TDA/TDAH se encuentran bajo riesgo. Con frecuencia fracasan en la escuela y en las relaciones sociales debido a que carecen del control necesario para funcionar bien. Con frecuencia, sabiendo que han hecho el intento pero no habiendo tenido éxito, estos niños se convierten en adolescentes problemáticos: airados, retraídos, antisociales, tendientes al peligro, que “están como en babia o pensando en las musarañas”, etc. Con frecuencia, los individuos no tratados presentan problemas graves de la conducta, fracasos a nivel escolar, dificultad en mantener un empleo y en mantener relaciones, etc. No es rara la dependencia del alcohol y/o de los estupefacientes (intentos frecuentes de automedicarse).

A menudo el TDA/TDAH se encuentra a la base de situaciones familiares disfuncionales.

Aun sin tratamiento alguno, muchos niños que presentan el TDA/TDAH llegan a convertirse en adultos productivos (si bien muchos señalan tener dificultades en alcanzar metas y en mantener relaciones). La capacidad de compensar está vinculada tanto al coeficiente intelectual como al entorno social. Afortunadamente, muchos jóvenes que padecen del TDA/TDAH son muy brillantes (y encantadores): son aquellos niños a quienes los maestros critican por “no tratar de alcanzar o de desarrollar su potencial” o por tener “un desempeño/rendimiento por debajo del promedio”. Un apoyo familiar fuerte y una estructura congruente/constante en el hogar son de ayuda. No obstante, los niños con un TDA/TDAH a menudo gravitan o son atraídos hacia otros muchachos que tienen una conducta “marginal” o “antisocial”, lo cual se traduce en un pronóstico que, por lo general, es menos exitoso para los niños provenientes de entornos pobres. Un estudio reciente de una población carcelaria demostró que casi el 80% de los prisioneros sufrían de trastornos de déficit de la atención y/o dislexia, y de otras discapacidades del aprendizaje que no habían sido diagnosticados.

La intervención temprana y el tratamiento apropiado y de modalidades múltiples modifican el patrón y convierten a los “fracasados” potenciales en individuos que logran sus objetivos. Por ello es necesario establecer el diagnóstico e introducir un manejo apropiado, lo cual a su vez se traduce en la necesidad de que los progenitores, los maestros, y los profesionales médicos y psicólogos sepan más sobre el problema.

El TDA/TDAH es muy destructivo para la familia. Desde una edad temprana, el niño que padece de un TDA/TDAH es exigente y difícil (y con frecuencia insomne), causándole un gran estrés a los progenitores, en particular a las madres. Con frecuencia, los progenitores ignoran a los hermanos (los cuales además son a veces maltratados por el niño que sufre del trastorno). Muchos niños que presentan un Trastorno por Déficit de la Atención viven en hogares con un sólo progenitor (la madre). A menudo, la ruptura de la familia se debe en gran medida a los problemas inherentes a la crianza de un niño que padece del TDA.

Por lo general, los padres y las madres no están de acuerdo en cómo tratar al niño. A menudo el padre se queja de que la madre es demasiado indulgente y que no le impone una disciplina suficiente al niño. Cuando las madres buscan un diagnóstico y tratamiento para el niño, los padres con frecuencia señalan que ellos también eran así cuando eran pequeños y que a la larga, maduraron sin problemas, no reconociendo o tratando de minimizar la gravedad de los problemas del niño diciendo que su hijo no es, ni más ni menos, que “una astilla del mismo palo” (lo cual probablemente es cierto, ya que es posible que el padre tenga un TDA no diagnosticado). Por ende, existe un conflicto continuo entre los progenitores (el cual es detectado por el niño y ante el cual reacciona).

Con frecuencia la madre tiene dificultad de mantenerse fiel a las rutinas y reglas establecidas, las cuales son necesarias para que el niño que sufre del TDA/TDAH pueda mantenerse orientado (en especial, si la madre sufre del TDA). Esto lleva a peleas entre los progenitores. Los parientes también se meten. Los progenitores están haciendo todo lo que está a su alcance, pero no funciona. Se sienten fracasados y sufren de un profundo sentimiento de culpa: no pueden controlar al niño y piensan que es culpa de ellos.

El niño también se siente como un fracasado, por lo que manifiesta síntomas de una autoestimación baja, incluida la depresión, las rabietas/pataletas, e incluso conductas más negativas y provocadoras. Comúnmente, el niño tiene problemas con las relaciones sociales (por lo general debido a una carencia de control de sus impulsos y a la no comprensión de las “señales” sociales), por lo que las reuniones familiares y el encontrarse con amigos para jugar representan problemas de envergadura. Los familiares de niños con el TDAH tienden a evitar las reuniones sociales, lo cual a su vez promueve un sentimiento de aislamiento, en particular en aquellas madres cuyos hijos no son bienvenidos por otros como compañeros de juego. De acuerdo a las encuestas informales hechas en nuestras reuniones, un elevado porcentaje de los niños que sufren del TDAH han sido suspendidos o expulsados ¡de una guardería infantil! Por lo general, las madres pasan más tiempo con sus hijos que los padres, por lo que se sienten particularmente atrapadas. Con mayor frecuencia, ellas ven al niño en entornos sociales, como por ejemplo en los campos de juego, por lo que están más conscientes de los problemas del niño. Como son ellas las que han dado a luz a los niños, a menudo sienten una culpa aún mayor, a pesar de no ser responsables de la aparición del trastorno.

Con frecuencia, para cuando el niño entra en la escuela primaria, la familia se encuentra en un tumulto. La situación empeora cuando el niño no puede mantenerse al día con el trabajo escolar. El saber que el niño tiene problemas académicos crea de por sí un alto nivel de estrés; el no comprender las razones es horrible. (La incapacidad de concentrarse es causa suficiente para los problemas con el trabajo escolar, pero además, del 40% al 60% de los niños que sufren del TDA/TDAH, también sufren de discapacidades del habla y del lenguaje, perceptivas, o del aprendizaje, muchas de las cuales son sutiles y no son diagnosticadas a menos de que un profesional muy conocedor de estos problemas someta al niño a unas pruebas formales.)

Hasta las actividades de entretenimiento pueden causar disensión a nivel de la familia y un sentimiento de fracaso en el niño. Los progenitores, en particular los padres, que están orientados hacia los deportes, a menudo se sienten molestos por el hecho de que su hijo no sobresalga en los deportes en equipo o en aquéllos que requieren de una coordinación motora fina (lo cual representa con frecuencia un problema para los niños que sufren del TDA).

Los progenitores se sienten airados y frustrados, pero como se supone que no den muestras de ello, entonces se desquitan el uno con el otro. Ellos hacen todo lo posible, pero nada parece funcionar. Las reacciones negativas son comunicadas en forma abierta o encubierta al niño. Los niños que sufren del TDA/TDAH necesitan de mucha atención, desde despertarlos y vestirlos hasta prepararlos para la escuela y hacer que lleguen a tiempo a la misma, y sentarse con ellos mientras estén haciendo las tareas escolares (lo cual crea a menudo una gran frustración en el niño y en el progenitor). Siempre existe un conflicto entre dos posiciones que puede expresarse de la siguiente manera: “El niño no puede evitarlo versus el niño podría lograrlo si quisiera hacerlo”. (La verdad reside en una combinación de ambas afirmaciones, y hay aspectos tales como la motivación, la edad, y otros factores que desempeñan un papel fundamental.) Las parejas tienen poco tiempo para sí. Algunos progenitores no logran que otros (se trate de amigos, parientes, o incluso de niñeras pagadas), cuiden al niño con el TDA/TDAH, por lo que no pueden alejarse un rato para “recargarse” a sí mismos y a su relación de pareja.

El costo financiero del tratamiento es alto, lo cual añade más estrés a la familia. Muchos niños necesitan de terapeutas, médicos, tutores, escuelas especiales, y medicamentos que son costosos, y que por lo general no están cubiertos por los seguros. Algunas madres que desean trabajar no pueden hacerlo, ya que tienen que estar constantemente pendientes del niño, lo cual determina mayores dificultades económicas para la familia. Las tasas de divorcio son elevadas.

Además, existe el aspecto hereditario. Muchos de los progenitores sufren del TDA/TDAH, lo cual complica aún más la situación. Es difícil proporcionar un entorno estructurado, enseñarle al niño a mantener la calma y a aprender a autocontrolarse, ayudarle en sus destrezas organizativas, y reforzar su autoestimación que es baja, cuando los progenitores sufren de muchos de esos mismos problemas. El grado de frustración es elevado, lo cual conduce a veces a la violencia familiar. Incluso los progenitores que no sufren del TDA/TDAH terminan gritándole (por decir el menos) al niño, y algunos progenitores terminan golpeándolo debido a una frustración e ira que los invade totalmente y que son de larga duración. (Esto sucede especialmente cuando no saben o no creen que el niño sufre de un Trastorno por Déficit de la Atención y piensan que está en capacidad de controlar sus acciones, cosa que en realidad el niño no puede hacer.)

El resultado es una familia disfuncional donde todos, desde el niño que sufre del Trastorno por Déficit de la Atención hasta sus hermanos y los progenitores, están sometidos a un dolor constante.

* NOTA DEL TRADUCTOR:

En la traducción al español se utilizó el término “los progenitores” para referirse en forma conjunta al padre y a la madre. No se utilizó el término “los padres” ya que habría podido crear confusión debido a que en algunas ocasiones, el texto se refiere específicamente al padre y/o a la madre.

Debido a que en el español el género masculino incluye a ambos géneros (masculino y femenino), se ha utilizado el masculino para referirse a los médicos, psicólogos, terapeutas, preceptores/tutores, defensores, maestros, etc. Por esa misma razón se ha usado el masculino para referirse al niño (a pesar de que pueda ser una niña) o cuando se menciona algo relativo a uno de los dos progenitores (padre o madre).

En el caso de “la niñera” se ha utilizado el género femenino simplemente porque es más común que sean personas del sexo femenino quienes desempeñen ese tipo de trabajo, pero podría tratarse de alguien del sexo masculino.

Reviso 1992

Harold Meyer y Susan Lasky

addrc.org  y chadd.org


Harold Meyer and Susan Lasky are both Board Certified and Senior Certified ADHD Coaches.

To contact the authors: haroldmeyer@addrc.org


Fine Print

ADD and ADHD are used interchangeably for Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder.

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